2 de enero de 2008

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Amanecer

La mañana me sedujo con su luz temprana.
Silente como un pájaro nocturno
atravesó mi soledad,
para calcar las cenizas en fuga
que cerraban el espacio
de mi corazón sumergido en sombras.

La mañana hincó nuevas raíces
sobre mis herida sangrantes,
abrió páginas claras
de contornos intangibles,
y dejó presagios de aromas irisados
sobre mis manos largamente calladas…
en dolor.

La mañana sopló cálidamente mi agonía,
e hizo renacer aristas luminosas
de entre las ruinas ocultas
por lágrimas ardientes,
fuertemente contenidas.

Eva Selvaggio

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