23 de enero de 2008

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Dulzura

Tu simpleza cautiva
eres tan dulce, eres tan niño,
la inocencia asoma
al verde mar de tus ojos.
Solitario, bajo el legendario ciprés
pasan las tardes sin prisa,
bebiendo sorbo a sorbo
hasta el último rayo de sol.
Cuando la noche reina
te escabulles entre las sombras,
tus pasos se pierden
en un destino incierto.
Muy temprano en la mañana
sonriente te presentas.
Tú mirada y mis ojos se encontraron
Un dialecto de silencios
entre los dos se estableció.
Sin gestos ni palabras
un acuerdo nos rodeó.
Te daré de comer como a los pájaros
de mis manos a tus manos,
migajas de ternura,
con cucharadas de dulce sabor,
así niño…
envuelto en cobertura de dulzura
a la vida
con amor te aferrarás.

María Elena Herold-

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