30 de enero de 2008

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Madre

Madre a veces te recuerdo,
no es por que no pueda,
es por que no quiero.
Para que llorar eternamente,
si en ciclo de la vida no tienes escapatorias,
para que las palabras, el dolor y los recuerdos,
si roto el corazón no escucha,
mejor caminar entre tropiezo, decidido,
dejando los despojos de las penas.

Además tu a la tristeza no querías.
tu eras un libro abierto a la alegría.
Hasta me parece que siendo un nonato,
guardado en tu vientre silencioso,
escuchaba tu risa, sentía tus nostalgias,
vivía tus esperanzas.
Éramos dos cuerpos sellados en uno.
Tu abrazaba tu vientre en la espera,
me dabas calor, me dabas la vida.

Perdona si esta noche estoy muy triste,
es que escucho al viento chocar en las ventanas.
Esta noche me ha invadido la nostalgia.
Quisiera nuevamente la calidez de un beso tuyo.
Sentirme en tu regazo nuevamente protegido,
con el calor de tus manos que me abrazan.

Mi alma se quedo hipnotizada, a tu partida,
con la impronta de tus besos,
en el sublime recuerdo de tu risa,
anclado en las blancas orquídeas de tu pelo.
Una pálida estrella brilla en mi ventana.
Se acerca a mis oídos y me pregunta,
por que este dolor y estas penas
por que no meces dulces sueños como ella,
misteriosa, ufana y savia,
llenando el corazón de blancas golondrinas.

Como responder a tantas algarabías.
Ella era la luz, era un cielo estrellado,
era el crepúsculo y la paz del corazón,
era el aroma de los cerezos en primavera,
era un beso, la sonrisa, era niña y mujer,
era perfume y savia de las rosas,
era noble, era mi amor sin fronteras,
profundo, si ataduras.

Perdóname estas lagrimas que rolan.
No quiero llorar y lloro,
es que las estrellas se asoman pálidas.
La luna se ha escondido, el lucero no aparece.
Y sin ellos no me llegan tus caricias,
tu tierno cariño, tus palabras.

Perdona si esta noche estoy muy triste.
Pronto llegará la aurora.
Se irán los silencios de la noche.
Volverá el paisaje y el trinar de las aves.
Secaré las gotas cristalinas de mis lágrimas,
sentiré la brisa que me envuelve con tu aroma.
Llegarán nuevos bríos, llegará la calma.
Diré aún estoy vivo, soy tu esencia.
Somos dos y somos uno, dos corazones que palpitan,
dos sintonías, consagrados a un mágico encuentro,
de encontrarnos otra vez en otro tiempo,
y ser para siempre una sola vida.

Madre a veces te recuerdo,
no es por que no pueda,
es por que te quiero.

Santos Hermenegildo Villaverde-

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