Hojas secas
Esperanzas marchitas
descansan en las profundidades
de ataúdes desterrados
y se va deshojando con el viento
aquel árbol maldito
condenado a vivir inerte.
Usurpando territorios ajenos
en cóncavos caminos
se encuentran temores
de almas desconocidas.
La luz de una vela
va perdiendo sus fuerzas
por ir en contra del destino.
El frío manto de la noche
impregnado de lástima
arropa mi ego desnudo
mientras la tierra
hambrienta de cuerpos
me hunde en su interior.
Los gusanos envuelven mis huesos
en capullos tejidos de colores
alimentando la ilusión
de un nuevo despertar
para devorarme otra vez.
Kathya M. Rodríguez-