Dos versos para Magdalena
I
Sabes
no precisamente sabes qué
es otro nombre
otra mirada cerca de la tuya
otra piel
No sabes precisamente cuál
o qué
sabes, sencillamente
te sangra el alma
Sabes que son otros brazos
otra presión
otra manera de ser en ti
otro ser en ti
No es éste o aquél
simplemente sabes
que no es eso
que no es ese
Andas, siempre, faltándote
ausenciándote
royéndote la necesidad mortuoria
la necesidad de esa muerte
de sangre y fiebre y libertad y nada
Te quedas
no obstante
te quedas
te duermes junto a ese ser
ahí, herida, sonriente
te detienes
es mejor
¿y si no fuera?
¿y si llegara demasiado tarde?
Es mejor
aunque tu alma pierda lo que no sabes
aunque en el fondo inmune del espejo
los parpados blancos
se aquietan
Y la otra
la otra que no puedes matar
la otra, maldita, resiste
La otra
la invernal
la que agoniza de lo que tú vives
la que ama lo que tú resignas
La otra
la que ocultas
la que en el fondo remoto del espejo
en ese fondo sombrío, imborrable
espera
II
La de mirada fija, distante
la de corazón invernal o calcinado
espera
junto a la ventana
espera
Sin ver ya ventana, ni cielo, ni calle
sin ser ya párpados o carne
espera
La incansable
la vencida
la que dijo adiós cuando
no había palabras
espera
Frente a la ventana
se espera
en la otra que no vuelve
en la otra que ya no puede volver
Héctor Raúl Márquez-