5 de marzo de 2008

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A don Fortunato Salazar
Petrolero de otros tiempos

En esta casa silenciosa
los retratos cobran vida,
los recuerdos se agigantan
las imágenes se movilizan.

Hoy te veo padre mío
enfundado en tu saco negro
donde se destacan las siglas YPF
orgullo de nuestro pueblo.

Ni los fuertes vientos sureños,
ni el frío, ni las nevadas,
fueron grandes obstáculos
para su espíritu de acero.

Tiempos duros enfrentaste,
con esfuerzo y dignidad,
entre cerros y a caballo
en inmensa soledad,
entre torres petroleras
fuiste perdiendo tus huellas,
mientras el suelo latía,
mientras el oro negro surgía.

Aquí en este barrio,
en esta misma casa
mis padres amados acunaron nuestros sueños;
algunos se perdieron, se esfumaron,
marcaron ausencias, dejaron dolor,
pero en el balance, logré el equilibrio
y pude rescatar los días felices cargados de luz.

Manos laboriosas fueron transformando
el paisaje agreste.
Los árboles frutales, las higueras,
la vid, el inmenso nogal, el perfume de las rosas,
hoy son testimonio del mejor amor.

¡Gracias! Padres míos, eternos ausentes
pero tan presentes en mi corazón.
Rindo mi homenaje a todos mis vecinos
de ayer y de hoy.
Ustedes forman parte de las páginas gloriosas
de la historia de nuestra gran ciudad.

            Irma Salazar de Sid-

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