A la sinceridad

Porque su voz se pierde, juntamente
al grito, de los huérfanos niños
en latitudes lejanas,
de feroces colmillos
que desagarran sus vidas en soledad,
como en la noche de los lirios.

Obviada por máscaras cotidianas,
de subrepticios engaños,
estandarte de antiguas culturas.
Fuente, de eternos desengaños humanos,
la corriente mentira, antitética
al mito sagrado de la sinceridad.

Tiene la piel de nube,
de otros cielos
suave, como nada en este mundo,
yendo más allá del terciopelo
en armoniosa melodía, con el viento
que susurra a lo lejos.

Hoy pugnemos, por ella
en el devenir, de nuestros sueños
por la transparencia de las almas,
hoy manchadas por sus dueños,
para que mañana sean
inocentes los pequeños.

Diego Sebastián Vernáz-