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Detrás del telón.
Una vez corrido el telón,
la escena descubre un invierno sin nieve
soleado y frío…
La tarde encuentra un árbol
sin hojas pero con ramas;
lo rodea y no lo asfixia…
El impresionismo brota hipotecado,
fluye la savia en un libreto designado,
y una vibración telúrica
ahoga la piel de quien lo representa,
y sin alguna reserva,
el temblor intenta comunicarse
y pasar al siguiente acto…
Mientras el público,
ese cúmulo masivo de espectadores
que entibiaban la sala,
prefieren, antes de que las luces se apaguen
y los rayos del sol divaguen,
convertirse, sin culpa,
una vez más, en desertores.
Leonardo Segovia- |
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