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Los colores y las formas
Tiene los ojos bañados por el otoño
y marcados por un suave y firme trazo
de melancolía.
Tiene las manos rápidas y sabias,
empecinadas en ganarle al tiempo,
en calmar, alzar y repartir caricias,
sobre los antiguos residentes pasajeros
de su cuerpo.
Tiene la pausa, el freno, la respuesta
de hielo y un pesado y enojado silencio,
previo a su estallido, ese bruto tañido
de sólidas campanas.
Sus días despiertan y pasan donde las plazas,
tienen alma de terreno baldío
y los perros sueñan con suculentos
huesos perdidos que tapizan el fondo
del canal.
Donde la tristeza se acomoda
en los ladrillos y en el polvo de
las calles a medio terminar.
Tiene algo de mariposa, que conoce el barro
y el arañazo de la aurora, y a pesar de todo,
sigue buscando los colores y las formas.
Tiene algo de espina, de sutil dolor
agazapado que aparece si la tocan.
Sus días despiertan y pasan
donde hay una laguna hecha
por un beso profundo de luna
y las piedras se agrupan en su fondo,
como deseos ocultos arrojadas en
horas de penumbra.
Donde todo parece lento y consumado
y la noche es un rato peligroso
de ficción y simulacros.
Diego Gerardo Mesa- |
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