Las huellas de la luna
Hechicera soy.
Hojas de laurel, flores de caléndula,
jacarandaes azules, tallos de geranio,
ramas del árbol que solloza.
Se esparcen los aromas.
Te espero.
Untaré tu cuerpo con aceites de romero y trementina,
limpiaré mi cara con el agua de los siete azahares.
Contemplo en mi frente un estallido de colores.
Visiones de loto.
Montículo transparente,
cinturón de orquídeas,
espina murmurante,
libélula que reza.
Cálida como la playa soy.
Yo no olvido las huellas de la luna.
De las tinieblas soy,
de las grutas profundas,
la vieja dueña del caldero.
La cábala me guía.
En las noches sin luna
con las aves vuelos in ojos,
oficio con hombres de azufre,
con las sombras y con lobos.
Bajo el sagrado sauce
voy tejiendo prodigios.
Conjuros, mágicos brebajes,
consagración de gatos.
Ahora me llaman hechicera.
Los que cantan cerca de la hoguera
saborean la miel de mi costado
y regresan, siempre regresan
a buscar el rastro de ceniza que dejó el caldero.
María Elena Solórzano- |