Seguramente

Algún día, de este navegar por la vida,
un oleaje peregrino
con alquimias de silencio
le llevará
hacia el mar de la muerte.
Por eso, intentaré
dejar amarrado mi corazón
sobre la orilla de algún delirio.
Y, no podrán los vientos
desviar
mis velas de anhelos.
Ni conseguirán las tormentas
fatigar,
mi alma navegante de amoríos.

Partiré por el mar de la muerte…

Pero, dejaré las noches
cegadas por cien estrellas lujuriosas;
rebalsadas en luces de versos
por poemas, evocando
los cantos de sirenas
que, mi corazón embriagado
por la brisa pirata de tu barco errante,
ha sabido templar
sobre las arenas del recuerdo.

Adela Margarita Salas-