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Diminutas soledades
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Las remeras se multiplican como peces, como panes. La tinta grita. Gritan los colores. El diseño y las figuras son alaridos. Las voces crecen enfundadas en algodones entintados. Ha muerto, dicen. Lo mataron, dicen. Juicio y castigo a los culpables, dicen. Las tizas, los libros, los cuadernos, los pizarrones, acurrucan el dolor y la impotencia. En medio del escándalo ensordecedor del silencio vergonzante que viene desde arriba, una voz dolida pero firme se escucha. Una niña, huérfana de papá, pero no de amor, ni de valores, ni de futuro, se acerca. Pide una remera. Carlos. Padre. Maestro. Lucha. Vida. Dignidad.
María Soledad Guerrero Dewey-
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