Se fue... con el mar

Solitario y triste
por la fría arena de la playa
descarga su pena,
lo acompañan las gaviotas
y un tibio sol de primavera.

Allí en la costa, la vio
era un ángel que el mar le regaló
conmovido por su dulzura
se acercó a ella,
nunca más la pudo olvidar.

Así como el mar se retira de la costa,
así misteriosa y cumpliendo un ciclo
ella se fue de aquel lugar,
que se volvió lúgubre
al faltar su presencia.

No podrá vivir sin ella,
pero lo acompañarán
el aroma marino y el vaivén de las olas
que al rozar sus pies,
le recordarán a su bella dama.

La postal está completa,
el hombre que solo pasea
siente el silencio del mar
que se torna en bellas palabras
a sus oídos, y sus ojos la buscan
en cada gota del océano.

Sus pisadas en la arena húmeda
dejan la impronta de su soledad,
nunca más estará acompañado
por ella, que vive en el aire,
en la esencia misma del mar.

Mariana Romero-