Sopla el viento,
el viento indómito,
el que nos castiga
casi sin piedad.
El que da en el rostro
del comodorense,
de todo el que vive
en esta ciudad.
Sopla y sopla,
no me llevarás;
estoy arraigado
igual que un coirón
y por más que soples
con toda tu furia
a los que te amamos
no nos moverás…
no nos moverás.