Madrugada

No cierres las puertas de tus madrugadas,
escucha en la noche
esa lluvia inmensa que moja tu cuerpo,
lluvia persistente, distante, lejana…
que la transparencia, que la luz concéntrica,
que un racimo abierto de estrellas y palabras
reviente encendido de pétalos nuevos,
que en tu carne sientas un nuevo milagro.
No huyas de la noche, sumérgete entero, extínguete auténtico
y deja ese abismo que no lleva a nada.
Descubre en las sombras la rosa furiosa,
indomable enérgica, las chispas del fuego
aparta el cadáver de tus horas secas,
el mismo que reina en tus madrugadas.
Y si sientes, solo,
que agujas te hieren y clavan tu alma
que un dolor profundo
invade las cuencas de tus ojos tristes,
que aún siendo hombre por tu rostro dejan
el surco las lágrimas…
No temas, enfréntalo, descubre el camino
detrás de las sombras de la madrugada
claras, transparentes, húmedas, calladas,
como un árbol verde, como espiga al viento,
una nueva barca, una barca blanca…
detrás de tu noche
renacen las luces ardientes del alba.
Esa luz es tuya…
si la necesitas,
¡descúbrela y guárdala!

Inés Grivarello Ottando-