La palabra

A cada palabra escrita me digo.
me doy suelo, sendero y precipicio,
me doy parto en la vida y en la muerte.
Cada palabra me dice
tras el despojo de su música siempre incierta
ante el bramido abismal de la piedra hacia adentro.
Ciego adentro:
solidez permeable y muda de la intimidad mineral.
Y hacia fuera: la memoria de sales
impregnadas en caídas que hacen pie
en caídas
que hacen pie
en caídas
hacia abismos oceánicos.
Pero la palabra…
…ese húmedo lamido de la lengua
contra el áspero signo.
Y acaso
el gusto brillante y primitivo de la sal
o la sabiduría del musgo
o la dulce blandura del alga
o la herida filosa de la carne
tras el florecimiento del coral
o simplemente el agua,
el antiguo gusto del agua.

Luis María Etcheverry-