No pude estar
En una siesta como todas
llegaste plena de albura
Tus ojos dejaban entrever
un brillo extraño en tu mirada,
como vaticinando lo nefasto.
La siesta fue tarde y en
la tarde la noticia fatal
Te fuiste llevando
mi pensamiento y mi tiempo;
yo también presentí algo.
La tarde fue noche y de
la noche nació un nuevo día.
Supe lo ocurrido, me desesperé
quería contenerte, consolarte,
y no pude estar.
Te imaginé con la sonrisa marchita,
sin apoyo alguno y todos
apoyándose en ti, agotando tus
fuerzas, quebrando, lastimando,
y mancillando tu frágil ser.
Jamás me lo perdonaré,
sabía que al verte mal
me derrumbaría contigo,
no te serviría mi presencia
y eso terminaría por abatirme.
Fue mi temor, recelo, miedo a
saberme débil, a verme inútil,
por todo eso y por las cosas
de nuestras vidas…
no pude estar.
José Alejandro Arce-
|