Despierto con el sueño bueno
de haber muerto un poco
para nacer de nuevo,
de cara a la luz de la mañana
indiscreta y bienvenida,
de cara el compromiso
de no irme
nunca del todo,
de cara fresca acostada
junto a tu fresca cara.
No pierdo en la madrugada
la esperanza de que el diario
titule en grandes letras
que se partió la tierra
y el mar dibujó su playa
a nuestros pies,
justo en le esquina
de nuestras manos
entrelazadas sobre la almohada.